28/08/2020
Una de las tareas más importantes de la adolescencia y primera infancia es la de aprender cómo funcionan las relaciones sociales. Establecer un grupo de amigos, saber relacionarnos con personas que no son de nuestro círculo, aprender en quién podemos confiar y cuánta confianza podemos dar a los demás son habilidades esenciales para la vida que nuestro cerebro aprende durante la adolescencia y los primeros años de vida adulta. La palabra «confianza» deriva de la voz latina fidere (fe) y significa «poner toda la fe». Si confiamos en una persona, es porque creemos que va a responder de acuerdo con lo que nuestra fe nos dicta. Las personas confiadas creen que el ser humano es bueno por naturaleza y sienten orgullo en su visión positiva de las personas.
A grandes rasgos podemos decir que es mejor se confiado que desconfiado. Las personas confiadas se perciben como positivas y generosas y suelen ser valoradas de forma más positiva por los demás. Sin embargo, ser confiado o confiada con todo el mundo y en cualquier circunstancia puede tener sus desventajas, ya que nos hace vulnerables a sufrir desengaños y ser blanco fácil para el abuso. A continuación leerás siete señales que indican que tu confianza en los demás puede ser excesiva.
¿Demasiado confiado? Seis señales de alarma
¿Qué provoca el exceso de confianza?
Algunos estudios demuestran que las personas inteligentes suelen ser más confiadas porque suelen sentirse seguras de sí mismas y también de los demás. Sin embargo, en otros casos ocurre justo lo contrario y el exceso de confianza puede ser un síntoma de falta de confianza en uno mismo. Las personas poco asertivas, a las que les da miedo enfrentarse a los demás, no son capaces de explicar con claridad aquellas cosas que les molestan o lo que esperan de los demás, lo que hace que sus amigos, e incluso familiares, no los tomen demasiado en serio. Si eres una de esas personas, es posible que alguno de los siguientes consejos pueda ayudarte.
1. La confianza se gana
No des tu confianza, en temas importantes, a personas que no conoces y, sobre todo, a aquellos que no la merecieron en el pasado.
2. Distintos niveles de confianza
Confiar en un desconocido cuando le preguntamos que nos indique una dirección es relativamente normal. Confiar en un extraño para que se haga cargo de algo más importante para nosotros es una falta de responsabilidad.
3. Tus responsabilidades son más importantes que tus miedos
No dejes cabos sueltos cuando se trate de que otras personas se hagan cargo de tus deberes, trabajos de clase o cualquier otra responsabilidad que hayas adquirido. Si es una responsabilidad directa, hazlo tú mismo; si es algo que tenéis que hacer en grupo, asegúrate de estar conforme con el resultado final.
4. Si no lo veo, no lo creo
En algunos casos hay que cerciorarse de que las cosas están ocurriendo como esperamos. Puedes preguntar a un compañero cómo de avanzado está con su parte del trabajo o mandar un mensaje para recordar a una amiga que no olvide llevarte a clase eso que le prestaste y que prometió devolverte. Estar encima de las cosas es una buena estrategia para evitar decepciones cuando ya es demasiado tarde.
5. Di stop antes de rebasar tus propios límites
Sé consciente de que, si no dices lo que realmente quieres decir, la persona que va a resultar dañada serás tú. Saca fuerzas de tu amor propio y pon voz a tus necesidades y deseos. La mayoría de las personas entenderán que no estés conforme con algo. Otras pocas es posible que se molesten contigo. Sin embargo, no debes olvidar que el conflicto es una parte esencial de la vida y debes estar preparado para ello.
6. Pon en valor tu amor propio
Confiar en el otro no significa darle un cheque en blanco, sino depositar en él o ella una responsabilidad o un deseo propios. En la medida que tú demuestres amor propio por ti y pidas unas mínimas condiciones, la otra persona será más responsable con la tarea. A veces basta con decir: «Esto es muy importante para mí. Si no puedes, le pediré el favor a otra persona».